A finales de los años 60 Adolf Eichman fue juzgado por los atroces crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Durante el proceso judicial le preguntaron el porqué de su accionar, a lo que él respondió diciendo: “cumplía órdenes”. Muchos se preguntaran ¿acaso Eichman era alguna especie de psicópata homicida? La respuesta a esta pregunta es que no, no era ningún psicópata solo era un hombre común como usted y como yo. Esta afirmación nos plantea otra interrogante ¿Por qué Eichman cumplió esas órdenes que van en contra de todo precepto legal y moral? Eichman cumplió esas órdenes porque venían de persona que tenía mayor autoridad que él, y que, ante sus ojos, estaba investido de un poder reconocido como legítimo.
La explicación para el accionar de Eichman radica en la norma social que nos enseñan desde niños, que dicta que estamos en el deber de obedecer toda autoridad considerada legitima. Esta regla social es la que nos lleva, de niños, a respetar la autoridad de nuestros padres, los profesores y los adultos en general y posteriormente, en la adultez, nos lleva a respetar la autoridad de los gobernantes, los superiores en nuestros trabajos y los jefes religiosos.
Cuando las personas entran a un sistema de orden jerárquico renuncian a su capacidad de auto determinar sus acciones cediéndosela a sus superiores, limitándose a cumplir las órdenes dictadas por los mismos, basándose en la suposición de que dichas órdenes son las adecuadas para garantizar la continuidad y el buen funcionamiento de la organización.
Pero, para garantizar la obediencia y la aceptación de los ciudadanos el cabecilla de un régimen de gobierno debe ser visto como legítimo. Max Weber en su obra “El Político y El Científico” nos dice que existen tres tipos de legitimidad, en primer lugar nos habla de la legitimidad por “gracia personal” y nos explica que este tipo de legitimidad se basa en la exaltación de las cualidades de caudillo (heroísmo) que posee el gobernante al que se trata de legitimar; como ejemplo de este tipo de legitimidad tenemos a Hitler en Alemania, que, con su carisma y su discurso nacionalista, logro legitimarse y asegurarse el poder; entre otros gobernantes que legitimaron su proyecto a través del carisma tenemos al mismo Jesucristo. El segundo tipo de legitimidad expuesta por Weber en su obra es la legitimidad del “eterno ayer” que se le otorga a los gobernantes por tradición; la mayor demostración de esta clase de legitimidad son las monarquías europeas. En tercer, y último, lugar nos expone la legitimidad basada en la «legalidad», en la creencia de la validez de los preceptos legales.Para que un régimen de gobierno sea perdurable y estable lo primordial es que los ciudadanos lo consideren legítimo. Y también debe garantizarse la aceptación y la fidelidad entre los cuadros más cercanos al poder. Respecto a esto Weber nos explica que el gobernante debe garantizar un beneficio a los integrantes de estos cuadros con el fin de asegurar su fidelidad y aceptación.
Eduardo Silva
Estudios Políticos
Universidad de Carabobo
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