Distintas organizaciones internacionales y en particular ONU Mujer han señalado en sus respectivos informes que la pobreza se padece en forma diferenciada, cruelmente diferenciada, entre hombres y mujeres. La mujer, producto de diferentes taras históricas, sufre la pobreza expuesta; además de la privación a una ingesta balanceada de alimentos, carencia de acceso a la atención sanitaria y limitaciones en los servicios educativos; al maltrato, la explotación laboral y doméstica, el abuso sexual, la «trata de blancas» y la insignificancia pública.
En ese sentido, los esfuerzos globales propenden a la formulación y ejecución de programas públicos para atender las demandas de las mujeres de mayor igualdad de derechos y reconocimiento a sus necesidades bajo el entendido de que sin estas políticas públicas con enfoque de género no hay éxito posible en la lucha contra la pobreza. De hecho, los Objetivos del Desarrollo Sostenible, aprobados por la ONU en 2015, establecen como meta a alcanzar para el 2030 la igualdad para la mujer y la supresión de la discriminación.
Es por ello que las dirigentes femeninas que nos encontramos en el Frente Amplio de Mujeres de Carabobo insistimos en incorporar la trasversalidad de políticas con enfoque de género al Plan País presentado por la Asamblea Nacional y Juan Guaido. La crisis venezolana, la crisis humanitaria compleja, no tiene solución sin la atención equitativa de los intereses de la mujer.
Las mujeres representan el 51% de la población, el 62% de la matricula educativa y el 80% de las personas que efectúan activismo comunitario, esos datos hacen inaudito ignorar las reivindicaciones laborales, sanitarias, educativas y políticas de la mujer venezolana.
No es suficiente con decir que somos visibles, ni porque lingüísticamente el actual régimen con fines propagandísticos insista en hablar de «ciudadanos y ciudadanas, estudiantes y estudiantas o millones y millonas», se requiere igualdad en el campo de los hechos, de facto, en la realidad cotidiana. Son muchos los aspectos susceptibles de reforma, pero solo por ejemplarizar en este reducido espacio, el número de parlamentarios, de alcaldes y gobernadores es sustancial y abusivamente alto en relación al número de parlamentarias, alcaldesas y gobernadoras.
Como decía Evangelina Garcia Prince, «sin poder para la mujer no hay igualdad». A ello se suma la tendencia a masculinizar el liderazgo femenino, cuestión en la cual se remiten las pocas dirigentes políticas exitosas por miedo a no ser respetadas entre sus pares. Las mujeres lideres deben ser respetadas sin necesidad de recurrir a actitudes belicosas o altisonantes, al contrario, los rasgos femeninos propios como la alteridad, la sororidad, la empatia, la vocación por reducir el conflicto y la sensibilidad maternal deben ejercerse con orgullo por las representantes femeninas en la vida pública.
El Frente Amplio de Mujeres seguirá recorriendo Carabobo para permitir a las mujeres alzar su voz frente a las injusticias del presente y manifestar las ideas imprescindibles para reconstruir el futuro. Somos ciudadanas, pero también madres preocupadas por el destino de la joven patria a la cual damos vida con amor y entrega. No más pobreza con rostro de mujer.
Por Belkis Montero