Sirvan estas palabras a continuación para abrir una ventana hacia la autocrítica, alentadora, esperanzadora, pero, sobre todo, que nos genere un compromiso a la acción y ejecución de acciones por la reconstrucción de una sociedad mucho más justa.
Desde hace ya varias décadas las mujeres constituyen un papel trascendental en la lucha y organización de la sociedad, por eso no es de sorprenderse cuando nos encontramos en diversos estudios del psicólogo y autor Alejandro Moreno que plantea que la conformación del poder se distribuye de forma matricentrada en las diversas familias venezolanas.
Por ello, la mayoría de las organizaciones de base con vocación de poder, cuentan en gran medida con la fuerza femenina como pilar fundamental de apoyo para el abordaje de la atención a las comunidades.
Sin embargo, a la hora de revisar los cargos de liderazgos colectivos, nos encontramos con una sorprendente realidad, son pocas las mujeres que logran asumir puestos realmente trascendentales a nivel político/gubernamental.
Esto pudiera deberse a diversas razones desde actos misóginos o negación de las competencias de las mujeres hasta simple desinterés de las mismas por hacer carreras o vida pública.
Por ello debemos preguntarnos como sociedad cuáles son las carencias, los anhelos, los sueños y las expectativas de los liderazgos femeninos en Venezuela. Así mismo poder aprender sobre sus esperanzas de dignificación en un futuro inmediato.
Todo esto es vital para la reconstrucción de la fibra social que nos permita poner fin a lo que Luis Pedro España plantea como la “Infraestructura de la pobreza” que no es otra cosa que algunas instituciones del estado parecieran destinadas a sostener esta máquina de crear miseria, desigualdad y pobreza a lo largo de la nación.
De esta manera podremos hacer llegar nuestro mensaje, pero, sobre todo, convertirlo en acciones, para que aquellas personas que siguen siendo víctimas del miedo, el silencio y la humillación se pongan de pie en contra de los abusos.
La pobreza que vive nuestra nación actualmente exige el mayor de los esfuerzos para la consolidación de equipos de bases que nos permitan abarcar la mayor parte de comunidades del país. Para esto se necesita de la participación activa del elemento central de todo hogar venezolano que es la mujer.
En otras palabras, si queremos alcanzar una poderosa efectividad social, debemos estar conscientes de que la gente nos escuchará desde el nivel desde el cual le hablemos. Y hasta ahora, la mayoría del liderazgo venezolano no ha sabido hablarle, ni interpretar las necesidades o aspiraciones de quienes son las jefas del hogar.
Por esa razón no se produce resonancia y los discursos siguen sin impactar al colectivo.
De igual forma, es indispensable que las mujeres asuman un rol comprometido con el liderazgo político para la recuperación de reivindicaciones que lejos de solventarse, se han recrudecido cada día más.
Ninguna de las lideresas que últimamente han alcanzado la presidencia de sus países, lo logró a través de declaraciones mediáticas, marketing político, TikTok, Instagram o Twitter.
Triunfaron gracias a su trabajo comprometido, constante, con objetivos claros, propuestas resonantes y trabajo en equipo.
Y si nos remontamos al pasado no podemos dar cuenta que ninguna lideresa sufragista tenía acceso a grandes recursos económicos. Tenían, eso sí, el poder de la palabra, la fe en la trascendencia de sus luchas, la confianza en sí mismo, el compromiso apasionado y el interés por el logro colectivo.
Por ello, es importante reconocernos en nuestra humanidad y derribar los viejos paradigmas para construir esos liderazgos femeninos importantes que tanta falta le hacen a nuestra nación.
José Leonardo Caldera
Psicólogo Social