Las negociaciones cambiaron de palestra, métodos y hasta de protagonistas. La forma de especular en público o tomarse a burla y al peor estilo, el momento crucial del país -siempre con la represión feroz o los bailes de “aquí no ha pasado nada”-, van perdiendo calibre.
Nos colmaban con ese mal anuncio de algún resultado. Siempre con un golpe mortal a los sueños de libertad, como si las estrategias fuesen descubiertas. Crueles en sus decisiones trastornadas y con la confusión precisa, como extraída de una botella, los personeros del régimen desvelaban los secretos de esas platicas infructuosas a viva voz, demostrando el poco valor que le daban a tales encuentros.
Pero la forma ha cambiado. Esos diálogos ya no serán para entablar una partida de dominó burlesco y hacerse con el tiempo necesario para reírse de nosotros, con frases chocantes a través de los medios de comunicación y con sus acciones despiadadas. Hay un punto de honor en juego. Ya no es un rumor de sonidos incoloros. Hoy la presión los hace levantar la bocina y escuchar la propuesta para una huida menos sangrienta.
Los de la tiranía están hablando ahora con el que pones las reglas. Ya no pueden hacer las cosas con abandono. Esta vez le tocó la coacción directa de quien tiene al rey en jaque. Los EEUU saben cómo ejercer su presión desmesurada. Lo hace con sus términos propios y con la astucia necesaria para lograr su cometido.
No resulta sorpresivo saber que Diosdado Cabello ha iniciado conversaciones con funcionarios del Gobierno norteamericano. Posiblemente las ha tenido desde hace mucho, conocedor de su destino fatal al final de esta tiranía cruel y dislocada.
Las pláticas con Washington las reconoció el propio Maduro recientemente, pues resulta evidente que no llegan a diciembre. De seguro les han mencionado algunos puntos de la agenda, sabiendo que la intervención militar internacional está a la vuelta de la esquina. Las sanciones son solo un abreboca del itinerario de acciones ya programadas para el último trimestre del año.
Lo he repetido con insistencia, que los gringos no juegan con pólvora, sin saber cómo se mezcla para hacer mayor la explosión. No estarían tomando esta premisa de libertad como propia, si no la fueran a concretar antes de los comicios presidenciales estadounidenses de 2020.
No es casual que la cabeza de Tareck El Aissami tenga precio. Los 10 millones de dólares que ofrecen por la información de su paradero es un monto nada despreciable, pues para muchos en las entrañas de la dictadura, la traición podría servir de salvoconducto para una pena más angosta y con dinero valioso al salir del cautiverio.
Una de las estrategias más reiterada del régimen es tapar un caos con otro caos. También el aupar los eventos deportivos para demostrar una normalidad inexistente. Por eso, la nueva determinación norteamericana de prohibir la participación de los jugadores de las ligas mayores y menores afiliadas a la Major League Baseball (MLB) en la temporada regular venezolana, constituye un duro golpe para las emociones nacionales en lo que resta de 2019. Ya algunos equipos del campeonato invernal han mostrado desinterés en actuar este año tras el anuncio y, posiblemente, si deciden otros continuar, serán los partidos más bajos de nivel de la historia.
No creo que los peloteros venezolanos que actúan en las ligas norteamericanas se atrevan a dar leña con el bate ni a lanzar una sola bola este año en Venezuela. La premisa crucial es desterrar a la opresión de Miraflores y recobrar el aliento popular.
Se generarán movimientos simultáneos y decisivos en los próximos 120 días. La alternativa de ocultar la voracidad de su maldad con béisbol, no les funcionará. Tampoco la posibilidad de llegar a un acuerdo de cogobierno. El enviado especial de la Casa Blanca para Venezuela, Elliott Abrams, tras la consulta desquiciada, de aceptar un gobierno de transición en Venezuela con figuras como Cabello y El Aissami, emitió un “no” estentóreo, rudo y preciso, pues se excluye a cualquiera relacionado con el narcotráfico.
“Todo el régimen está muy presionado”, dijo con una pausa de dominio. “Nos muestran lo nerviosos que están. Maduro ha estado al tanto de que no tiene respaldo, incluso dentro de su propio entorno”.
Tal vez se apagarán los virtuosismos de nuestro apasionado deporte. Pero si queremos dejar de lado esa sensación de aniquilamiento y buscarle razón justa al horizonte del país, debemos contar estos meses con una paciencia bíblica y esperar la concreción de los fundamentos de esta cruzada. El chasquido del reloj está ahora de nuestro lado.
MgS. José Luis Zambrano Padauy