En noviembre del año 2017 tuve la oportunidad de participar en la décima edición de la Universidad de la Libertad (UDL), la cual se realizó en la ciudad de Santa Cruz, Bolivia. Dicho evento fue organizado por el Instituto Político para la Libertad y tuvo como objetivo principal reunir a más de 40 jóvenes de distintos países de Latinoamérica para discutir sobre el rol protagónico que tiene la juventud en el realce y la defensa de la Ciudadanía y el Estado de derecho.
Entre las tantas experiencias que puedo resaltar de la UDL, me impactó mucho lo repetitiva que fue la frase “no seamos otra Venezuela”. Y es que los jóvenes latinoamericanos están al tanto de nuestra realidad: no solo consumen la información que brindan la televisión o los periódicos, sino que también interactúan con nosotros en la red y conocen de primera mano cada una de las calamidades que implica la cotidianidad venezolana. En Bolivia, la frase “no seamos otra Venezuela” se pronuncia de manera más sentida, más preocupada, ante los abusos del Estado y ante las similitudes entre el accionar de Evo Morales y el de Nicolás Maduro.
Hoy los jóvenes bolivianos tienen un compromiso inapelable por delante. Son ellos los abanderados de la democracia y los paladines de la libertad. Son ellos quienes cuentan con la credibilidad necesaria para aglutinar al resto de los factores de la sociedad y hacer frente al socialismo que ha permeado poco a poco la vida de los ciudadanos bolivianos, quienes han permanecido somnolientos mientras Morales modificaba las leyes y compraba adeptos en cargos estratégicos. Todo en pro de su perpetuación en el poder.
Desde acá les hacemos un llamado a la acción a nuestros hermanos de Bolivia. Yo los escuché: dijeron muchas veces “no seamos otra Venezuela”. ¡Pues es momento de dejar de preocuparse y empezar a ocuparse! Nosotros tenemos años luchando, comprometidos con la reconstrucción de la democracia en nuestro país. Ustedes cuentan con nuestro respaldo y apoyo. Estoy convencida de que esta generación puede dar el paso definitivo hacia adelante y erradicar de una vez por todas el rastro de socialismo que queda en América Latina.
Para concluir, quiero resaltar otra frase que me impactó mucho en la UDL. Una compañera de México dijo: “Yo sí quiero que seamos otra Venezuela. Quiero que seamos tan luchadores como los jóvenes que en ella habitan”. Es nuestro momento jóvenes de Bolivia, México, Perú, Argentina, Venezuela y demás países hermanos: marquemos la pauta, hagamos historia, demos el giro que necesita nuestro continente, enrumbemos a nuestras naciones a un futuro de libertades económicas y estabilidad política. Nosotros podemos.