«La inmadurez es la incapacidad de usar nuestra propia inteligencia sin la guía de otro»
Immanuel Kant
Ya se evidencia que los factores democráticos no esperan por ese «momentum» en el cual las condiciones ideales se presenten, sino que se están movilizando hacia los espacios deprimidos, demostrando, más que la equivocación de sus habitantes, o la incapacidad e incompetencia del régimen, que se pueden llevar adelante propuestas viables, que permitan superar aquello de la «desesperanza aprendida» – aquella especie de convicción presente en algunas personas, que resulta inútil, o es imposible cambiar la realidad y que independientemente de las acciones que emprenda para cambiarla, las cosas se quedarán como están – arraigada en muchos venezolanos.
Una de las tantas acepciones de la política es la que nos indica que se trata de esa actividad a través de la cual el hombre participa en la vida cívica con la finalidad de obtener o influir en el poder público. Y como están las cosas, estos son tiempos para dejar a un lado la politiquería y el electoralismo, para precisar, en su verdadera dimensión, la incertidumbre desmedida que originó este marasmo. Como ciudadanos tenemos derechos y deberes y quizás los elementos que sirven de amalgama para unir a ambos sean la del compromiso y la participación.
La política es un concepto derivado del griego polis, originalmente quiere decir el que participa, se preocupa y propone en el seno de su comunidad, posteriormente de su polis y actualmente, de su estado o república. Sobre esta participación se estructuró la democracia.
La política debe ser dejar que las otras personas tengan tantos derechos y deberes como sea posible, y particularmente, debe considerar que los objetivos del ciudadano no se encuentren tan solo en el bienestar material y físico, sino cada vez, en mayor medida, en el ámbito moral, ético y cultural.
Ahora bien, los partidos políticos -que son una de las bases fundamentales del sistema republicano- tienden peligrosamente a desaparecer y sólo se conforman alianzas circunstanciales, para competir electoralmente entre dirigentes de distinta extracción y, a veces, poco afines políticamente. Lo hemos mencionado en otras ocasiones: los políticos son los representantes del ciudadano y sin ellos no hay posibilidades de que las exigencias de la ciudadanía sean escuchadas y solucionadas. Todos unidos debemos hacer valer nuestros derechos pero para ello tenemos que cumplir con unos deberes comunes, olvidarnos del yo, y pensar más en nosotros.
Lo anterior pudiesen ser ciertas premisas por las cuales ha sido necesaria la conformación del FRENTE AMPLIO VENEZUELA LIBRE.
Diputados, militantes de los Partidos Políticos, gremios, Universidades y estudiantes, sindicatos y la numerosa fuerza de los movimientos sociales, como opción verdaderamente demócrata, realizan extraordinarios esfuerzos para lograr la viabilidad política y social, con l finalidad de lograr el rescate de la de nuestro país; en ellos se concatena – además de la simbiosis generacional – el estamento político mejor preparado del país para hacer frente a los enormes desafíos ante el catastrófico y evidente disparate, la más alocada improvisación, desatinos, incapacidad y sobre todo, corrupción a todos los niveles del andamiaje que este parapeto de proyecto revolucionario monto de manera perversa en toda la geografía nacional. Todos tienen algo que aportar y la suma de su experiencia, capacidad y esfuerzo debe llevarnos a alcanzar la meta final, que no es otra que la recuperación total de nuestro carajeada Nación…
Por supuesto, que se trata de una labor titánica, pues la anomia ha invadido como metástasis cancerígena cada tejido de nuestra Nación; los escollos y trapisondas estarán por todas partes y en mayor cuantía, y el camino que se inicia es aún más tenebroso y empinado, los desafíos a ser superados sin duda serán más complejos y exigentes, pues ya se avizora una peligrosa crisis de gobernabilidad, particularmente a partir del 10/01, una fecha que ya está en el tapete noticioso y en el cotarro político nacional. Y es el Padre Ugalde quien con fuerza la resalta, cuando afirma que “El 10 de enero quedamos sin un presidente legítimamente electo y la sociedad a través de la AN, que son los representantes legítimos, tienen que proveer una junta de transición que represente a todos los sectores”.
Ahora empieza el recorrido hacia la madurez política de la sociedad, considerando ésta como el conocimiento del ciudadano sobre las condiciones en que tiene lugar la política y la relación con sus expectativas; poniendo más énfasis en las cosas que unen en vez de las que separan. Tener madurez política es tomar conciencia que para recuperar la democracia, cada ciudadano tiene una cuota de responsabilidad, para lograr transformar la realidad en que vivimos.
Manuel Barreto Hernaiz