Zulia, el estado más golpeado por el usurpador Nicolás Maduro, será visitado por una comisión de la Organización de Naciones Unidas, según ordenó Michelle Bachelet, la alta comisionada de los Derechos Humanos del organismo hemisférico.
Pero la visita que estos representantes de la ONU harán al estado más apagado de Venezuela, donde hay racionamientos de entre 12 y 24 horas diarias, debe comenzar por los hospitales, donde los pacientes se mueren por falta de medicamentos, de insumos y donde no hay ni siquiera especialistas, porque la migración forzosa -producto de la grave crisis económica del país- también golpeó al sistema de salud.
Los representantes de Bachelet deben entrar en el Hospital Chiquinquirá de Maracaibo, en pleno centro de la capital zuliana, donde sólo funcionan las emergencias. Tiene cinco pisos clausurados; la hospitalización de Pediatría se reduce a la emergencia y a un cuarto de tres metros por cuatro metros sin aire acondicionado. Y ni hablar del Centro de Rehabilitación Nutricional para niños, que no cuenta con insumos, alimentos y medicamentos para tratar a infantes con desnutrición severa.
En el recorrido no se pueden olvidar del Hospital General del Sur, donde los pacientes y hasta cadáveres deben bajarse por las escaleras porque los ascensores no sirven. En ese centro hospitalario murieron pacientes a principio de mayo porque la planta eléctrica no funcionó y el hospital quedó 36 horas sin el servicio eléctrico. Pero, además, tampoco hay insumos, medicamentos y especialistas.
Los delegados de Bachelet deben ir al oeste de Maracaibo, al sector Portal de Belén, o al barrio La Milagrosa en Milagro Norte. En ambas partes, observarán a niños y ancianos desnutridos. En La Milagrosa hay una niña de 14 meses que pesa apenas cuatro kilos; también conocerán niños de entre cuatro y 10 años que no van a la escuela porque no tienen de comer, porque en su colegio no funciona el Programa de Alimentación Escolar, porque no hay suficientes maestros, porque no hay luz o porque no hay agua, o todas las anteriores juntas. Lo grave del asunto es que esos niños que hoy tienen menos de 10 años, pudieran ser el empuje de una Venezuela próspera en unos 10, 15 o 20 años; pero este régimen corrupto, indolente y despiadado se robó su infancia, su alimentación, su educación y su posibilidad de ser grandes profesionales en las próximas décadas.
Señora Michelle Bachelet, a sus representantes debe decirles que no se pueden ir de Zulia sin conversar con los ganaderos, para que le cuenten cómo está golpeado ese sector; sin hablar con los maestros, para que le digan las condiciones de las escuelas, igual que con los médicos; pero sobre todo, excelentísima Señora Bachelet, dígale a sus delegados que no se pueden ir sin hablar con la gente, con los zulianos, con los marabinos, para que les muestren cómo se sobrevive en una ciudad sin electricidad, sin agua, sin gasolina, sin gas, sin telecomunicaciones, sin seguridad personal y hasta sin comida, porque los ingresos no alcanzan. Ésta es la ruta que yo le sugiero a usted tomen sus delegados si de verdad quieren constatar la crisis humanitaria que viven millones en estado Zulia.
Por: Ricardo Boscán @ricardoboscan