Duele hasta en las ideas cuando algunos no dan media onza por el futuro de Venezuela. Labran en entrevistas acaloradas o por medio de las redes sociales, toda una componenda para entorpecer los esfuerzos internacionales por expulsar a los forajidos de Miraflores.
No tienen la buena virtud de la paciencia y, catalogándose como periodistas, son implacables en sus aseveraciones y dan al traste a través de sus críticas interminables, con las opciones de recobrarle la cordura a la democracia.
Sencillamente, no se toman con seriedad suprema este momento histórico. Se escabullen con un desasosiego que contagia malamente y nos rellenan con vocablos insensatos. Se sienten hasta triunfales. No entiendo el propósito para sus acciones, pero van inventándose traidores en el camino, con un humor desapacible, precipitado y torpe.
Es cierto que en la oposición conviven desleales y hasta asalariados del régimen. Es ineludible no reconocer esta realidad. Se han camuflado para entorpecer el camino de la libertad y han hecho mella para propiciar estos años calamitosos. Pero no es sano vivir con dientes apretados ante las posibilidades. Es mejor ser prudente que severo frente al optimismo.
Los relojes no se han detenido. A diario se publica a toda página en los portales noticiosos, sobre los saltos airosos y la lucha intestina que realizan los venezolanos para solventar el hecho de ser la mayor emigración en la historia del continente. Eso ha removido la conciencia del planeta.
Me llama la atención el mensaje de esperanza de Guaidó. Su tranquilidad a todas luces presume que no está vacilante en sus conceptos y en su papel para la transición. La misma Unión Europea confía en él. Hasta el punto de advertir recientemente de que, en esas reuniones descompuestas retomadas en Barbados, la decisión definitiva no podría estar alejada de los planes de la Asamblea Nacional.
Asimismo, el Departamento del Tesoro de los EEUU volvió a arremeter con sanciones. Esta vez recayeron sobre cuatro altos funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar del país, por la muerte del capitán Rafael Acosta Arévalo. El vicepresidente Mike Pence le había hecho ya un preludio a este fallo, alegando estar con los ciudadanos venezolanos y en contra de sus opresores, pues se reportan más de siete mil asesinatos ejecutados por el mandato de Maduro en los últimos 18 meses.
Seguidamente, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, exigió, con su preocupación febril por el país, que deben redoblarse las sanciones y la presión internacional: “lo que querría la dictadura usurpadora es que se baje la guardia para seguir perpetuándose”.
Continúo observando a Guaidó con la conciencia en orden. No es fácil salir de una pieza en su determinación por recomponer la nación. No está dando tumbos, ni sacudido por las contradicciones. Por eso no es justo que sea blanco de habladurías y descréditos. El diálogo emprendido con los de la tiranía no llegará a buen puerto. Siento que él está convencido de lo mismo. Quizá cumple con esa fase por la misma presión internacional, para evitar aparecer como un tozudo sin remedio.
En estos días se fue a Nueva Esparta, se subió a un peñero como un pescador más y no soportó la irresistible tentación de lanzarse al agua. Parecía una simbología temeraria del porvenir. Lo dijo él mismo, con una frase que pretendía despilfarrar la fe en su propia responsabilidad: “Pido disculpas, cuando vi el mar no me quedó otra opción. Dicen que cura, además, los males”.
No sé si estamos en los tiempos de deshojar margaritas. Las opciones se limitan a un hecho primario para después pasar a las siguientes fases, como lo es el detener la usurpación. Sigo escuchando este punto en los argumentos de Guaidó. Por eso el sueño de la libertad no es remoto, ni está aposentado en un rincón telarañoso.
Hoy más que nunca es menester hacer causa común por la nueva independencia. Perder el ánimo y los estribos es respaldar la continuidad del régimen. La opción militar sigue en el tapete, pero no se llevará acabo con la inmediatez que otros pretenden. Los próximos cinco meses serán depurativos, tortuosos y un tanto inciertos, pero más complicados para quienes hoy usurpan sin derecho el poder en el país.
MgS. José Luis Zambrano Padauy
@Joseluis5571