La multiplicidad infinita de opiniones divergentes, contradictorias y hasta inciertas en realidades que se van creando continuamente, es algo que podríamos llamar el mundo paralelo del deporte, un buen ejemplo fue el Mundial de Futbol en Sudáfrica, el cual se convirtió en la “tentación de los políticos”. En el caso del futbol, el mismo fue empleado como somnífero para hacer olvidar al ciudadano de sus problemas cotidianos.
Franco durante la dictadura de 40 años usó al Real Madrid, equipo favorito del dictador en su mejor época con Distéfano, Puskas y Kubala en el Barcelona en los años 50 y 60. Lo que algunos han llamado la “Droga Social” utilizándolo como elemento desmovilizador y la politización del fútbol para mantener el pueblo despolitizado (Marx habría dicho: “el fútbol opio del pueblo”) o si lo trasladamos a Venezuela “el beisbol droga del pueblo”. Y no es sorpresa, este tipo de regímenes utiliza el deporte como factor primordial para la distracción política y el famoso “pan y circo” se convierte en cuestión de segundos en “pan y béisbol” (Aquí en Venezuela ni pan).
Las Dictaduras puras y duras, como las califica acertadamente la Coordinadora Nacional de Vente Venezuela María Corina Machado, siempre utilizan el deporte en su favor, y así lo hizo: Mussolini, Perón y, Hitler en las décadas de los años 30, 40 y 50, pero resulta que actualmente lo está utilizando Nicolás Maduro, rememorando la historia del fascismo. En aquellas épocas Mussolini apoyaba al Bologna, Hitler al Schalke 04 y en los años 40 y 50 Perón era fanático del Tricampeón Racing (sospechosamente influido por los designios del dictador). Hugo Chávez siempre manifestó ser un gran fanático del béisbol y de los Navegantes del Magallanes, Nicolás Maduro alude que jugó beisbol, pero realmente no recuerdo si es fanáticos de los Leones del Caracas o por seguir una tendencia a la imitación del Comandante Supremo sea del Magallanes.
En Venezuela sucede lago muy parecido con el beisbol profesional venezolano, el pasatiempo número uno de los venezolanos, Venezuela es una gran conocedor del béisbol, es una fiesta de Octubre hasta el mes de Febrero, exportamos peloteros de calidad y hasta los estudiantes de pregrado de varias Universidades eligen como tesis de grado el fenómeno social y la rivalidad entre los Leones del Caracas y los Navegantes del Magallanes. En el año 2002 en un hecho sin precedentes y siendo Ramón Guillermo Aveledo Presidente de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) el torneo se paralizó en el mes de diciembre ocasionando prácticamente una tragedia nacional en el país. Pero este año 2017 aparentemente será distinto ya que el Gobierno Nacional asignó casi 10 millones de dólares para que el club de millonarios, perdón la Liga Venezolana de Beisbol Profesional y los equipos que la componen se realice sin mayores contratiempos.
Es por ello que no nos debe sorprender que las dictaduras siempre sean sedes o anfitriones de cualquier evento deportivo, que utilicen los canales de televisión y medios de comunicación en general para transmitir informaciones deportivas como elementos distractores y de manipulación de masas. Esto se debe porque poco a poco se percatan lo útil que es el deporte (en el caso de Venezuela el Beisbol) para mejorar su mala imagen en el extranjero, pero por cierto, Usted amigo lector ¿Sabía que la relación que existió entre el Real Madrid y Franco (su equipo favorito) sirvió para romper el bloqueo internacional?.
No mezclar la política con el deporte es un argumento que hemos oído en muchas ocasiones, pero hay muchas maneras más sutiles de mezclarla: los grandes eventos. De hecho los gobiernos de izquierdas argumentan que el deporte es una distracción de la lucha de clases.
Finalmente y para los escépticos de acuerdo a estudios analíticos y experimentos está plenamente comprobado que la distracción a través de los deportes vulnera a toda aquella masa poblacional critica, (es decir las quejas) y es quizás por esa razón que los regímenes dictatoriales siempre han apoyado los espectáculos deportivos y de esta manera pueden ejercer acciones que de otra forma habrían encontrado mucho mayor resistencia, es decir aquella población que se encuentre distraída son más vulnerables y programables.