“En Venezuela los profesionales de enfermería laboran por mera vocación, como en la edad media. Estos hombres y mujeres egresados de nuestras universidades, son parte del 80℅ de la población, sujetos de la crisis humanitaria compleja”, fue lo primero que expresó Fanny Barbera, profesora titular de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Carabobo, quien además tiene un doctorado en Enfermería.
Según Barbera, quien también es coordinadora regional de la Fundación Democracia Social, en un servicio o Unidad de Cuidado en la que deberían trabajar ocho enfermeras por turno, actualmente lo hacen una o dos, como consecuencia de la diáspora.
En el caso más específico de Carabobo han emigrado al menos 2.500 profesionales de la enfermería en busca de mejores oportunidades, “y de no resolverse las reivindicaciones laborales demandadas, cada día tendremos menos enfermeros en el país”.
La lucha emprendida en los últimos meses por el gremio de Enfermería en Venezuela y especialmente en Carabobo por sus reivindicaciones laborales, va mucho más allá de salarios justos, destacó Barbera.
No se les puede seguir exigiendo a las enfermeras cuidar de la vida de otros -dijo-, sin tener las condiciones necesarias para cuidar de sí mismas y de su familia.
La encargada del área de la salud en Un Nuevo Tiempo Carabobo afirmó que entristece ver a nuestros colegas con sus zapatos rotos, comiendo arroz o pasta solos, sin ningún acompañante, mucho menos proteína. Además deben enfrentarse a diario a la falta de medicamentos e insumos en los hospitales y ambulatorios públicos, “es inimaginable cuidar los pacientes sin termómetro ni tensiómetros y los profesionales venezolanos hasta eso lo hacen”.
Agregó Barbera que para entender la grave situación de los enfermeros en el país, es necesario conocer la cotidianidad de sus vidas. Muchos al terminar su guardia en un hospital como la CHET deben volver a sus hogares muchas veces lejanos como Plaza de Toros, Ciudad Chávez, Antonio José de Sucre o Altos del Paíto, destinos que por falta de transporte público pueden ser resultar muy lejanos e incluso caminar durante más de dos o tres horas después de una larga y extenuante jornada, aunado a los altos niveles de inseguridad que pueden conseguirse camino a sus hogares.